DJ Juan Pablo Huizi C.

Mi Experiencia Como Disc-jockey

La verdad es que mi experiencia, de 7 años, como discjockey de Betelgeuse fue intensa, maravillosa en muchos aspectos y a la vez difícil por “tanta vida nocturna”.

Tuve la fortuna de ser uno de los primeros disc-jockeys de minitecas en Venezuela. Tuve la fortuna de participar y ganar la Guerra de Minitecas del Poliedro. Tuve la fortuna de poder viajar y conocer Venezuela en toda su dimensión. Tuve la fortuna de hacer amigas y amigos que aún a pesar del tiempo, conservo. Fue un momento único e inolvidable.

Tenía rutinas muy estrictas a la hora de hacer mi trabajo como discjockey. Siempre llegaba de primero a la fiesta. Solía poner algo jazz mientras comenzaban a llegar los invitados. Iba creando el ambiente. La gente se sentía cómoda con esta música.

 

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Por ejemplo, si eran unos 15 años, la fiesta solía comenzar con el famoso ‘vals’. ‘Conticinio’ y ‘Dama Antañona’ eran los valses venezolanos más solicitados. Era el momento donde todos los invitados observaban a la quinceañera bailar con su papá. Pasados unos minutos se invitaba a todo el público a bailar el vals junto a la quinceañera.

Una vez terminado el vals, y aprovechando que la pista de baile estaba llena, les ponía un Pasodoble que animaba a viejos y jóvenes. Billos era el favorito de la gente. Digamos que por la próxima media hora, la música giraba en torno a la Billos, Los Melódicos y ritmos similares. Luego tocaba el turno de la gente más joven. La idea aquí era abrir con algún éxito del momento que me aseguraba la pista llena. Lo que intentaba era que la gente no parara de bailar.

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En fiestas como éstas nos alternábamos con algún grupo, orquesta, mariachis, grupos de samba, etc. Entonces la cosa iba de sets de unos 45 minutos. Yo tenía mis ‘cajas de discos’ que cambiaban según el tipo de fiesta que me tocaba. Pero digamos que las cajas estaban compuestas por tres o cuatro sesiones de música ‘rápida’, de unos 40 minutos cada uno; una sesión intensa de New Wave, Rock Nacional e Internacional y el famoso set de ‘música lenta’ que todo el mundo esperaba. Luego tenía otra caja con Salsa, Merengue, Gaitas y demás ritmos que utilizábamos en un momento específico de la fiesta que llamamos ‘La Hora Loca’, que por lo general sucedía cuando la gente ya estaba bastante ‘alegre’ por las bebidas y las comidas.

Yo me concentraba en los sets más complejos, donde las mezclas eran muy importantes. Había gente que estaba toda la fiesta pegada al mueble observando cada cosa que hacía, observaban mi técnica. Era un poco estresante. Fallar tenía consecuencias. Además en medio de un set de new wave, venía algún invitado o el mismo dueño de la fiesta a solicitarme una canción que NADA tenía que ver con el set. Lo que intentaba era explicarles de la forma más amable que no era el momento y que le complacería más tarde. Siempre intentaba hacerlo, era cuestión de imagen. Fallarle a cualquiera significaba un mal comentario y eso no quería que sucediera.

Por lo general, le cedía los platos a otro compañero cuando cambiaba la música a Salsa o Lenta porque era mi momento de descansar un poco, comer algo y tomar aire. Pero la verdad es que habían muchos tipos de fiestas diferentes. Lo importante era saber de antemano lo que me esperaba de cada evento, para preparar las cajas de discos, ensayar las sesiones y experimentar con nuevas mezclas y nueva música. A veces cuando observaba los ambientes que se creaban en las fiestas, podía improvisar un poco y meter música nueva que la gente no conocía. Era el mejor momento para probar. A veces la pegaba y a veces la gente no entendía muy bien. Recuerdo que cuando estrenamos los sets de New Wave a comienzos de los 80, la gente literalmente se volvía loca, pero sabía que ese set, no era para todo público. Era para ciertas y determinadas fiestas y cierto y determinado público. El ambiente me decía lo que tenía que hacer. Había algo de intuición en todo ese ritual fiestero.

Juan Pablo Huizi C.